La instalación «Fósil acústico» del artista Santiago Reyes Villaveces y el musicólogo-filósofo Daniel Villegas Vélez, ganadores de la convocatoria Túnel de Escape 2022 del Ministerio de Cultura, Colombia, transforma el espacio de exposición al interior de las murallas de Cartagena en una cámara de resonancia —un medio ambiente sonoro inmersivo— asimilando el espacio al interior del oído humano para proponer una reflexión alrededor de la escucha y de la resonancia como medios para replantear nuestra relación colectiva con el entorno y el medio ambiente.
“Fósil acústico” is a sound installation by artist Santiago Reyes Villaveces and musicologist-philosopher Daniel Villegas Vélez, winners of Colombia’s Ministerio de Cultura Túnel de Escape 2022 open call. The installation transforms the exhibition space in the interior of the walls of Cartagena into a resonance chamber—an immersive, acoustic environment—that resembles the interior of the human ear, opening reflections around listening and resonance as means for rethinking our collective relation to our surroundings and the environment.

La ubicación del Baluarte de Santa Catalina frente al mar Caribe y el suelo inundable del Aljibe (el sistema de cisternas que abastecía de agua dulce a la Cartagena colonial) recuerdan de forma dramática la conexión entre la colonialidad y la crisis climática contemporánea: el antropoceno —la era actual donde la acción humana produce transformaciones globales a nivel geológico— comenzó con la invasión española, cuya explotación del continente americano fue el combustible primario para el desarrollo del capitalismo industrial. Si los pronósticos son acertados, el nivel del mar en la bahía de Cartagena aumentará en más de un metro en los próximos cien años como resultado del calentamiento global, inundando no solo el espacio de la exposición sino lugares vulnerables como La Boquilla y sus manglares aledaños. Así, el Caribe pasa de ser una región de explotación colonial a ser una de las primeras víctimas de las transformaciones globales causadas por la expansión del capitalismo extractivista.
El objeto central de la instalación es una reproducción escultórica del oído interno, el cual es responsable tanto de nuestros sentidos del balance, orientación espacial, y la audición. A través de un sistema de parlantes, la escultura emite un sonido continuo (bordón o drone) compuesto por sonidos sintetizados y grabaciones de campo de Cartagena, la Ciénaga de Juan Polo, La Boquilla (tomadas de la sección “territorios de la escucha” del volumen testimonial del Informe Final de la Comisión de la Verdad) y de la Colección de Sonidos Ambientales (CSA) del Instituto Humboldt.
Tras la posible desaparición de estos ecosistemas, tales grabaciones se habrán convertido en los fósiles acústicos que dan nombre a la instalación.
A su vez, la escultura es una interfaz interactiva que responde al tacto y a la proximidad, de manera que los visitantes pueden modificar las características sonoras del ambiente en tiempo real. En esa interacción surgen nuevas resonancias, ruidos o silencios de manera impredecible gracias a funciones aleatorias y modelos matemáticos similares a los que se usan para medir el comportamiento de sistemas termodinámicos caóticos como la atmósfera misma.
«Fósil acústico» busca propiciar reflexiones con respecto a las amenazas, retos, responsabilidades y posibilidades de la vida en el Caribe frente al cambio climático desde una perspectiva de concientización ambiental enfatizando modos de escucha inmersivos y meditativos. ¿Cómo podemos concebir nuestro lugar en un mundo donde la incertidumbre sobre nuestras acciones coexiste con la inevitabilidad de sus efectos? ¿Cómo podemos repensar nuestra relación con un entorno en el que no solo somos agentes externos sino también pacientes involucrados con los efectos de nuestras acciones?
¿Qué significa vivir en un mundo fuera de balance?
The site of the Baluarte de Santa Catalina and the flooded floors of the Aljibe (the system of cisterns that supplied colonial Cartagena with fresh water) recall, in a dramatic way, the connection between coloniality and the contemporary climate crisis: the anthropocene—the current era where human action produces global transformations at a geological level—began with the Spanish invasion, whose exploitation of the American continent served as the primary fuel for the development of industrial capitalism. According to current estimates, the sea-level in the Bay of Cartagena will rise more than one meter within the next one hundred years as a result of global warming, flooding not only the exhibition space but also vulnerable places such as La Boquilla and its surrounding mangroves. Thus, the Caribbean goes from being a region of colonial exploitation to one of the first victims of the global transformations that have resulted from the expansion of extractivist capitalism.
The central piece in the installation is a sculpture of the inner ear, which is responsible for our senses of balance, spatial orientation, and listening. Through a system of loudspeakers, the sculpture emits a drone composed of synthesized sounds, sounds of native species and field recordings from Cartagena, Ciénaga de Juan Polo, La Boquilla (taken from the section “territorios de la escucha” from the Testimonial Volume of the Truth Commission Final Report) and from the Humboldt Institute’s Collection of Environmental Sounds (CSA).
If—as is likely—these ecosystems were to disappear, such recordings will have become the acoustic fossils after which the installation is named.
At the same time, the sculpture is an interactive touch interface, so that visitors are able to modify the sonorous characteristics of the environment in real time. Through this interaction, new resonances, noises and silences are unpredictably produced thanks to aleatoric functions and mathematical models similar to those employed to analyze the behavior of chaotic thermodynamic systems such as the atmosphere itself.
“Fósil acústico” seeks to produce reflections with respect to the threats, challenges, responsibilities, and possibilities of life in the Caribbean facing climate change from the perspective of environmental consciousness and emphasizing immersive and meditative modes of listening. How can we conceive our place in a world where the uncertainty of our actions coexists with the inevitability of their effects? How can we rethink our relation to an environment in which we are not merely external actors but also involved recipients of our actions?
What does it mean to live in a world that’s out of balance?